XLIV

Quien quiera saber lo que es la vida, la celebración de la vida, el festejo interminable del puro hecho de existir, sin reservas ni promesas, no tiene más que observar la recuperación súbita de un gato, tras un accidente que lo había dejado postrado. Los saltos de júbilo, las vocalizaciones de entusiasmo, las subidas y bajadas en estampida de los árboles son la prueba para sí mismo y para los espectadores de que está vivo, la demostración fehaciente de toda su potencia de existir y la alegría inherente a su puesta en acción. Ante esta muestra de fe en la vida, cualquier otra creencia se revela vana.