XLII

Una mañana apareció un pequeño gato negro, desgarbado, medio tiritando, que intentaba calentarse al sol en una pendiente del terreno. Al intentar aproximarse, huyó corriendo a refugiarse en los matorrales. Su madre había sido una buena maestra. Unos años después, sigue tomando el sol en el mismo lugar durante las mañanas frías. Ahora ya no huye.