XIX

Los pájaros del jardín también tienen su propia versión del mito de la caverna: las sombras que se mueven en la ventana, poco antes de que se abra la puerta y se oigan los pasos al descender la escalera, anuncian la llegada de la comida. Con todo, se observan unas diferencias fundamentales, una inversión de la perspectiva que cambia el panorama de forma radical. Los cautivos de las apariencias no llevan cadenas ni están prisioneros, al contrario, vuelan libremente; en cambio, los sujetos de movimientos lentos, como a cámara lenta a ojos de los pájaros, escondidos en la oscuridad, en teoría la viva imagen del libre albedrío, viven el encierro que ellos mismos han construido, prisión de por vida.

XVIII

Es por la tarde. Apenas hace viento. El gato negro de ojos amarillos disfruta del agradable calor que irradia la tierra caliente por el sol. Resulta una sensación placentera. Sentado sobre sus patas traseras, con la cabeza inclinada, observa con atención cómo las hormigas salen y entran del hormiguero; sin moverse, adopta una actitud de aparente desinterés mientras estudia cada uno de sus movimientos, memoriza los detalles de la escena y se identifica con los actores minúsculos que contempla casi hipnotizado, durante largo tiempo, hasta que parece quedar dormido. Cuando el aburrimiento es superior a sus fuerzas o el cansancio le vence, se retira. Al día siguiente, ya no hay hormigas.